Las alarmas se encendieron con la declaración juramentada de un valiente agente encubierto, el Mayor Peter Steven Nocua, quien, arriesgando su carrera y su vida, destapó la olla podrida que se cocina en las entrañas de la Policía. Según el Mayor, Vanegas, quien se presentaba como «asesor del director de la Policía», era el verdadero poder detrás del trono, un titiritero que manejaba a su antojo los nombramientos en la codiciada Policía Fiscal y Aduanera (POLFA).
«Él tiene muchos contactos y maneja los listados de los oficiales que quedarían en las divisiones de la POLFA», confesó el Mayor Nocua, dejando al descubierto un modus operandi que habría permitido a Vanegas ubicar a sus fichas en posiciones clave, garantizando así la lealtad de una red de oficiales que le debían favores.
Pero la influencia de Vanegas no se limitaba a los nombramientos. El «asesor en la sombra» también exigía su tajada. En una reunión en un lujoso hotel de Cartagena, sin el más mínimo pudor, le habría exigido al Mayor Nocua que viajara mensualmente a Bogotá para entregarle personalmente «un dinero». Una propuesta indecente que el Mayor, en un acto de honestidad que hoy escasea, se negó a aceptar.
¿De dónde proviene tanto poder? Las pistas apuntan a su cercanía con la cúpula de la Policía. Vanegas se jactaba de trabajar «de la mano con la teniente coronel ayudante del director de la Policía», una afirmación que confirmaba mostrándole al Mayor Nocua la fotografía de la oficial en su WhatsApp. Esta cercanía con el círculo íntimo del entonces director, el General William René Salamanca, le habría permitido a Vanegas moverse con total impunidad, como un fantasma que susurraba al oído de los generales y decidía el futuro de la institución.
Mientras tanto, sus empresas, como Data Tactical Management (DTM SAS), se llenaban los bolsillos con contratos millonarios con el Estado, muchos de ellos bajo sospecha de haber sido direccionados. ¿Casualidad? En el oscuro mundo de Andrés Vanegas Fernández, las casualidades no existen. Todo parece responder a un plan fríamente calculado para amasar poder y fortuna a costa de la integridad de la Policía Nacional y la seguridad de todos los colombianos.
Este es solo el primer capítulo de una historia de terror que apenas comienza a revelarse. La justicia tiene la palabra, y el país entero exige respuestas. ¿Quién es realmente Andrés Vanegas Fernández? ¿Hasta dónde llegan sus tentáculos? ¿Cuántos más están involucrados en esta red de corrupción? Las preguntas están en el aire, y la sombra de la duda se cierne sobre una institución que hoy, más que nunca, está en entredicho.



