Fuentes de palacio susurran que la renuncia del General no fue una decisión voluntaria, sino una «sugerencia» directa desde la Casa de Nariño. Al parecer, el propio presidente Petro, con su olfato de estratega, supo que el nombre de su director de la Policía iba a salir salpicado en el lodo del contrabando y decidió cortar por lo sano antes de que la mancha llegara al solio de Bolívar.
Y en el centro de esta partida, como un peón envenenado, se encontraba nuestro infaltable Andrés Vanegas Fernández. Sus reuniones con el hijo del General, sus presuntos negocios bajo la mesa, y su nombre susurrado por agentes encubiertos, se convirtieron en la amenaza que obligó a Salamanca a tumbar a su propio rey.
La caída del General fue un movimiento de alta estrategia política. Se presentó como parte de un «remezón ministerial», un cambio de fusibles para refrescar el gabinete. Pero en realidad, habría sido una operación de extracción de emergencia, un intento de sacar del tablero a una pieza que se había vuelto tóxica y que amenazaba con contaminar a todo el juego.
Salamanca, un hombre que lo había sido todo en la Policía, terminó su carrera por la puerta de atrás, no por sus errores, sino, presuntamente, por los de sus «amigos». Amigos como Andrés Vanegas Fernández, que le endulzaban el oído al hijo en Miami, mientras en Bogotá le cavaban la tumba política al padre.
Al final, la jugada parece haber funcionado. El General se fue en silencio, el gobierno respiró aliviado y el escándalo se centró en las piezas menores. Pero la pregunta queda flotando en el aire: ¿quién movía realmente los hilos de esta partida? ¿Era Salamanca un jugador autónomo o simplemente una ficha en manos de poderes más altos?
Lo único cierto es que, en este juego de tronos criollo, los peones como Vanegas a veces tienen más poder que los reyes. Y los generales, por más estrellas que lleven en el uniforme, a veces no son más que fusibles que se queman para que la partida pueda continuar. ¡Jaque mate, mi General! Y la partida, para desgracia de Colombia, sigue.




