En un acto de «sinceridad» forzada, Escorcia reconoció que el encuentro tuvo lugar en el Hotel Las Américas de Cartagena, tal y como lo relató el Mayor en su declaración juramentada. Sin embargo, en un giro argumental digno de un malabarista, el abogado intentó restarle importancia al hecho, calificando el resto del testimonio como «conjeturas sin soporte».
Es decir, según la curiosa lógica del abogado Escorcia, la reunión sí existió, pero todo lo que se habló en ella es producto de la imaginación del Mayor Nocua. Una defensa que se cae por su propio peso y que subestima la inteligencia de los colombianos.
¿Acaso pretende el abogado que creamos que su cliente, un ocupadísimo empresario internacional, se reunió con un Mayor de la Policía en un hotel de lujo solo para hablar del clima? ¿O para tomarse un café y recordar viejos tiempos?
La admisión de la reunión es, en realidad, una confesión a medias. Una estrategia desesperada para intentar salvar los muebles ante la inminencia de una imputación de cargos. Porque si la reunión existió, y eso ya no está en duda, la versión del Mayor Nocua sobre lo que allí se trató cobra una fuerza arrolladora.
Recordemos lo que, según el Mayor, le propuso Vanegas en ese encuentro:
- Influir en los nombramientos de la POLFA, para ubicar a sus fichas en posiciones clave.
- Exigirle entregas mensuales de dinero en Bogotá, a cambio de mantenerlo en su cargo.
- Jactarse de ser «contratista de la sala de interceptación» y de tener el poder de «chuzar» a quien quisiera.
¿Son estas «conjeturas sin soporte», como dice el abogado? ¿O son el relato crudo y descarnado de cómo operaba la red de corrupción que, presuntamente, lideraba su cliente?
La defensa de Vanegas se basa en una memoria selectiva. Recuerda la reunión, pero olvida convenientemente el contenido de la misma. Una táctica dilatoria que busca enredar la investigación y sembrar la duda donde solo hay certezas.
Pero la justicia no se puede basar en olvidos convenientes. La Fiscalía tiene en su poder el testimonio juramentado de un agente encubierto, un testimonio que ha sido corroborado con pruebas como el álbum fotográfico que permitió identificar a Vanegas. Y ese testimonio, a pesar de los esfuerzos del abogado Escorcia por desvirtuarlo, sigue siendo la prueba reina de este proceso.
La defensa de Vanegas hace agua por todas partes. Y cada vez que su abogado sale a hablar, no hace más que hundirlo. Porque en el oscuro mundo de la corrupción, las medias verdades siempre terminan siendo mentiras completas. Y las mentiras, tarde o temprano, siempre salen a la luz. ¡No más cortinas de humo! ¡Que la justicia actúe sobre la base de los hechos, no de los olvidos!




