El Comité de Gestión de Oficiales de Reserva, en un acto de valentía y coherencia, ha recomendado la expulsión inmediata de Vanegas de la Policía. Una decisión que, aunque tardía, es un paso en la dirección correcta para empezar a sanear una institución carcomida por la corrupción.
La recomendación, fechada el 23 de abril de 2025, está pendiente de una resolución ministerial. Y la pregunta que todo el país se hace es: ¿qué está esperando el Ministro de Defensa para firmar esa resolución? ¿Acaso Vanegas todavía tiene padrinos en el alto gobierno que lo protegen?
La permanencia de Vanegas en la reserva de la Policía es una mancha en el honor de la institución. Es un mensaje nefasto para la tropa, que ve cómo un hombre, señalado de los más graves delitos de corrupción, sigue gozando de los privilegios y el prestigio que le otorga su rango.
¿Con qué autoridad moral puede un oficial exigirle a sus subalternos que actúen con rectitud, cuando un capitán en la reserva está siendo investigado por presuntamente direccionar contratos, influir en nombramientos y exigir sobornos?
La historia de Vanegas es la de una traición. Una traición a los principios y valores que juró defender cuando ingresó a la Policía. Una traición a sus compañeros de armas, que arriesgan sus vidas en las calles mientras él, presuntamente, se enriquecía desde una oficina.
La expulsión de Vanegas no es solo una cuestión administrativa, es un imperativo ético. Es la única forma de enviarle un mensaje contundente a todos los corruptos que se esconden detrás de un uniforme: en la Policía Nacional de Colombia no hay espacio para quienes confunden el servicio público con un negocio personal.
Señor Ministro de Defensa, la pelota está en su cancha. Los colombianos de bien esperamos que actúe con la celeridad y la contundencia que el caso amerita. Firme la resolución de expulsión y demuéstrele al país que su compromiso en la lucha contra la corrupción es real y no solo un discurso de campaña. ¡No más manzanas podridas en la Policía! ¡Expulsión con deshonor para Andrés Vanegas Fernández ya!





