El modelo de negocio es una joya de la sinergia empresarial. Papá General (William René Salamanca), desde la cima de la Policía, habría bendecido el tablero. El Hijo Emprendedor (William Andrés Salamanca Dechner), desde las soleadas playas de Miami, se encargaba de las relaciones públicas con el Socio Estratégico (Andrés Vanegas Fernández), un hombre que, casualmente, siempre tenía a punto una licitación para ofrecer.
¿Y cómo se cerraba el círculo? Con la ayuda de la Madrina Corporativa (TC. Érika Castellanos), la leal secretaria privada de Papá General, y su esposo, el Ejecutivo Petrolero (Cr. (r) Carlos Benítez Rojas), quien, tras un oportuno enroque que implicó al Consuegro de la Familia (General (r) Hugo Casas), aterrizó en un puesto de oro en Cenit, filial de Ecopetrol. ¡Qué maravillosa coincidencia!
Este entramado familiar-empresarial es la envidia de cualquier escuela de negocios. Mientras en Harvard enseñan sobre «ventajas competitivas», aquí se practica la «ventaja consanguínea». ¿Para qué estudiar el mercado si puedes tomarte un cóctel en Miami con el hijo del que firma los contratos? ¿Para qué competir si puedes tener a tu consuegro cuidando la caja en la petrolera estatal?
Las fotos de la «junta directiva» en la carrera de Miami son elocuentes. No son simples amigos, son socios. Socios en un club exclusivo donde la membresía se hereda, se adquiere por matrimonio o se gana a punta de contratos «sastre».
Así que la próxima vez que le eche gasolina a su carro, piense en esta admirable familia. Piense en su capacidad para diversificar el portafolio, para crear alianzas estratégicas, para ubicar a sus fichas en los lugares correctos. Son el sueño colombiano hecho realidad. Un sueño que, por supuesto, pagamos todos nosotros. ¡Salud por el «family office»! ¡Que vivan los negocios en familia!





