La conexión, a primera vista, parece sacada de una novela de espionaje. La teniente coronel Érika Castellanos, quien fuera la secretaria privada del General Salamanca, es una pieza clave en este entramado. Según el testimonio del Mayor Nocua, Vanegas se jactaba de trabajar «de la mano» con ella, lo que le habría dado un acceso privilegiado al círculo más íntimo del director de la Policía.
Pero la historia no termina ahí. El esposo de la teniente coronel Castellanos es el coronel (r) Carlos Benítez Rojas, exjefe de telemática de la Policía. Y aquí es donde la trama se complica. Resulta que Benítez, tras su retiro, consiguió un puesto de oro: jefe de prevención y control de apoderamiento de Cenit, una filial de Ecopetrol.
¿Cómo logró un coronel retirado un cargo de tan alto nivel en una de las empresas más importantes del país? Las fuentes apuntan a un posible tráfico de influencias orquestado desde las altas esferas del poder. Y es que, para que Benítez pudiera llegar a Cenit, se habría tenido que «mover» a quien ocupaba ese cargo, el general retirado Hugo Casas Velásquez.
Y aquí viene el dato más explosivo: el General Casas es, nada más y nada menos, que el consuegro del General Salamanca. Un enroque burocrático que apesta a nepotismo y que sugiere que se habrían movido todas las fichas para acomodar a los amigos y socios en posiciones estratégicas.
La pregunta que surge es inevitable: ¿qué interés podría tener Vanegas en tener a un hombre de su confianza en un puesto clave de Ecopetrol? ¿Acaso sus ambiciones empresariales van más allá de los contratos con la Policía? ¿Pretendía extender su «ecosistema perfecto» al millonario sector de los hidrocarburos?
Las piezas de este rompecabezas encajan de manera escalofriante. Una red de oficiales, esposos, hijos y consuegros que se habrían confabulado para repartirse el poder y los contratos, sin importarles el daño que le hacían a las instituciones y al país.
La Fiscalía tiene la obligación de investigar a fondo esta puerta giratoria entre la Policía y Ecopetrol. Se deben esclarecer los nombramientos, los contratos y las reuniones secretas. No podemos permitir que una red de corrupción, liderada por un «asesor en la sombra», se apodere de los recursos estratégicos de la nación. ¡Colombia no puede convertirse en el botín de unos pocos avivatos!





